lunes, 29 de octubre de 2012

NUESTRO DERECHO A INDIGNARNOS. Martes 30 de Octubre



Nuestro derecho a indignarnos

Cuando estudiaba en la universidad se nos presentó la siguiente situación, nuestro entonces profesor de Economía Dominicana, mi buen amigo Odalys Marte, nos informaba de la fecha del examen final de la materia, que coincidía con el final de otra materia. Tal coincidencia exacerbó al aula, y le pedimos a Odalys que cambiara la fecha. El muy calmado nos respondió al respecto: “Cuando siento el calor, veo la luz”.

Años después puedo valorar en su justa dimensión el significado de aquella frase. En los momentos de mayor dificultad o cuando las cosas se complican, sólo nuestra capacidad de organización y la creatividad, puede llevarnos a buenas soluciones. Es una muy buena enseñanza que agradezco a mi amigo Odalys. En nuestro entorno laboral o profesional, estaremos siempre expuestos a situaciones complicadas. El éxito en la resolución de estos problemas, dependerá de nuestra gestión creativa.

En este sentido, el gobierno presentó a principios de mes su propuesta de reforma fiscal. Sin embargo, nos enteramos de golpe y porrazo, que nuestra “blindada” economía padecía de un terrible cáncer, una déficit fiscal por RD$187,000.00 millones. Como consecuencia, el gobierno entendió potable la presentación de un “megaparche” para tapar este hoyo planteando una reforma, nada integral, que atenta contra la sostenibilidad de los sectores productivos y que sentenciaría hacia su desaparición a la clase media dominicana.

Lo cruel y poco consensuada de la pieza, así como la urgencia para su presentación en el Congreso, denota una falta de creatividad por parte de nuestras autoridades para presentar una reforma novedosa. Una vez más, se nos plantea una “cascada de impuestos”, sin tomar en cuenta la calidad del gasto. Estimamos como crítico, tanto talento desperdiciado, para que nos presenten tal “chapuza”. Es evidente que nuestras autoridades fueron poco creativas en encontrar medidas alternas para la redacción de una propuesta equitativa y justa. El nuevo gobierno pierde así, una excelente oportunidad de vanagloriarse con el pueblo. Al contrario, de manera inexplicable, ha rehusado categóricamente a ejercer su deber, de informar quiénes fueron los responsables de tal dispendio de recursos. Creo que han subestimado la capacidad de los ciudadanos de saber cuándo se les está tomando el pelo.

A través de décadas, nuestro pueblo ha sido confinado a un ostracismo intelectual, a través de gobiernos tan imprudentes, como corruptos. En un acto de deslealtad, el país ha sido sometido a estructuras de poder orientadas a fomentar el clientelismo, la dependencia, la cultura del “dao” y el desdén a todo lo que huela a cultura, arte e intelectualidad. Vivimos en la cultura del romo, el ruido y la chercha eterna. Nuestros medios de comunicación, en su mayoría, nos bombardean con propuestas banales, intranscendentes y chabacanas. No hay quien vele por el desarrollo del espíritu crítico de nuestros ciudadanos. Ya lo dice el genial periodista español Jesús Quintero: “Hoy en día todo es superficial, frívolo, elemental, primario”.

Vivimos en un constante círculo vicioso de escándalos. Cuando no es el precio del pollo, es la situación del salami, luego la importación de pacas, el encarcelamiento de Omega, de repente el asunto de las pensiones, y así sucesivamente, y ninguno se esclarece. Cada escándalo da pie al siguiente, sin que se llegue a la conclusión del último. Es esa espiral de chercha parafernalia que inunda nuestro diario vivir, que nos hace una sociedad vulnerable a gobiernos irresponsables, que extienden sus redes para atrapar y aniquilar la conciencia crítica de los dominicanos. Es como si nos hubiesen impuesto un candado a nuestro derecho a opinar y a quejarnos.

Sería interesante que el gobierno se deje ya de chácharas y acciones petulantes, y tome como ejemplo las medidas de ajuste realizadas por el gobierno de Francois Hollande, el cual ha empezado a reorganizar la casa, empezando por la cabeza, recortando todo indicio de gasto superfluo y corrupto. O también ejerciendo como la presidenta Dilma Roussef, quien no le ha temblado el pulso para someter a la justicia a funcionarios corruptos, incluyendo los de su mismo partido.

Así mismo, el pueblo debe ejercer su derecho a indignarse y manifestarlo de manera pacífica, pero contundente. Debemos reaccionar y dar un giro diferente a nuestro presente, para forjarnos un futuro más justo.

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