martes, 4 de marzo de 2014

La agonía del endeudamiento improductivo

En alguna etapa de nuestra vida hemos de tomar algún tipo de financiamiento ya que es muy poco probable que tengamos todos los recursos disponibles para acceder a ciertas oportunidades de adquirir un bien o servicio. Lo importante es que el financiamiento sea tomado para algo productivo, que nos genere valor agregado y que sea previamente planificado.
   
Lamentablemente, en países como el nuestro no sucede generalmente de esa manera, si no que nos endeudamos hasta la coronilla por vanidad, impulso, negocios infundados o arrastrados por el “allante”. Por otro lado, hay personas que creen que es imposible ahorrar en estos tiempos, por lo que siempre tienen la inclinación de comprar a través del crédito.
   
El sobreendeudamiento es una mala práctica muy generalizada. Es cuando nuestros ingresos no son capaces de cubrir nuestras necesidades básicas, así como los compromisos financieros asumidos. Es el típico comportamiento de aquellos que viven por encima de sus posibilidades.
   
Existen síntomas muy fehacientes cuando una persona esta sobreendeudada: Usa crédito para saldar otros créditos anteriores, cuando se tarda más de la cuenta en pagar los servicios básicos, cuando se recurre a usureros para obtener nuevos financiamientos, se pide dinero a familiares y amigos y cuando es necesario trabajar horas extras para poder llegar a fin de mes.
   
Los efectos que el sobreendeudamiento tiene sobre las personas son sensaciones de inseguridad, estrés, temores, dudas y muchas frustraciones. En una familia causa estragos ya que aumentan los conflictos de la pareja, ocurren muchas discusiones.
   
Abrir un hueco para abrir otro, no es la más inteligente de las estrategias para cubrir nuestras deudas. Las personas sobreendeudadas tienden a priorizar de manera equivocada. Dan mayor relevancia a los gastos superfluos como los vicios, sobre los gastos fijos y las necesidades familiares. Consumen más de lo debido y usan fondos que se tenían programados para otras cosas. Les fascina comprar solo porque algo está en oferta y no porque realmente se necesita.
   
Ante esta gran problemática, es indispensable que todos los actores de la sociedad, incluyendo nuestros gobernantes diseñen y establezcan programas de fomento del ahorro. Sólo el ahorro valiente y disciplinado nos asegurará un mejor porvenir. El ahorro más que un hábito es una responsabilidad de cada padre y medre de familia, no hay mejor herencia que podamos dejar a nuestros hijos que una cultura financiera sana basada en el ahorro productivo.
   
Existen importantes recomendaciones que nos ayudarán a prevenir el sobreendeudamiento: Ahorre por lo menos el 10% de su salario como fondo de contingencia, No se deje impresionar de las “ofertas del momento”, antes de tomar un crédito, lea, relea y vuelva a leer las condiciones del mismo. En cuanto a las tentaciones de compra siga este plan: ¿Esto lo necesito o simplemente lo deseo?, ¿Puedo estar bien sin comprarlo?, ¿Qué otra cosa puede reemplazarlo?, ¿Se puede adquirir usado?. Y sobre todo, si es usted una persona sumida en el allante, desista de esa mala y poco productiva actividad.
   
Si ya se ha metido la pata y se está endeudado hasta el hueso, existen cinco pasos prácticos para salir de las deudas: 1. Ordene sus gastos y documéntelos 2. Elabore un presupuesto 3. Analice seriamente dónde puede reducir gastos 4. Trate de ver cómo puede incrementar sus ingresos. 5. Por último trate de renegociar su deuda y conseguir mejores términos.
   
Es vital que en nuestro pobre, pero al mismo tiempo rico país, empecemos a mejorar nuestra situación financiera a través de la cultura del ahorro, la buena inversión y alejándonos del bultismo y el allante.