lunes, 26 de agosto de 2013

DE REGRESO A LAS PEQUENAS COSAS. MARTES 27 DE AGOSTO.



Hay una antigua canción del genial rockero experimental español Enrique Búnbury que en una de sus estrofas dice: “De pequeño me ensenaron a querer ser mayor, de mayor quiero aprender a ser pequeño”. Es una frase genial que nos induce a reflexionar sobre nuestra vida y los embates de una sociedad cada vez más compleja.


Creo que estamos perdiendo la capacidad de maravillarnos por las cosas hermosas y simples que la vida nos regala por estar inmersos en un círculo vicioso de estrés, competencia y una vida cada vez más agitada. No disfrutamos de pequeños detalles como la sonrisa de un bebe, el sonido del viento, la lluvia o el mar, un amanecer resplandeciente o un bello atardecer, la compañía de un amigo o la lectura de un buen libro.


Ajeno a todo esto, que es prácticamente gratis o barato, nos dejamos llevar por una vida frívola y materialista, que al fin y al cabo no nos hace más felices. Desde la infancia somos educados para una vida competitiva y cuando estamos ya en la adultez hartos y cansados de tanta lucha añoramos regresar a la niñez, donde las cosas eran mucho más simples.


Nos aferramos al salario como una lapa, vivimos en el miedo constante de perder nuestro empleo o que no nos vaya bien en el negocio. Nos complicamos la vida adquiriendo activos muchas veces improductivos de mucho lujo sólo para impresionar a una sociedad frívola, que nunca nos tomará en cuenta por lo que somos, sino por lo que tenemos. El Tener ha vencido al Ser. En términos financieros, nos pasamos haciendo cosas que no nos gustan para ganar dinero para comprar objetos que no necesitamos para impresionar a personas que en definitiva no nos importan.


Tal vez si nos animamos a pensar que en las cosas pequeñas podemos encontrar la grandeza de nuestra existencia, tal vez seríamos más respetuosos y mejores personas. Vivimos en la era del aguaje y el escándalo permanente, de la prepotencia y la desidia, la desunión y el individualismo. Lo peor, que nuestras autoridades, llamadas a predicar la sencillez y la austeridad, son los genuinos responsables del caos al que somos sometidos diariamente.


Una vida sencilla es la antesala del éxito en cuestiones de finanzas personales. Saber vivir hasta donde las sábanas no dé, es un virtud en declive, pues al contrario, tan sólo recibimos un aumento en nuestro salario y ya estamos pensando en cómo gastarlo, en vez de destinarlo al ahorro para luego emprender inversiones productivas. Vivimos pendientes de lo que el vecino tiene y nos amargamos por no poseerlo, hasta el punto de endeudarnos estúpidamente para conseguirlo.


Pequeño no quiere decir ser pobre, sino ser emocionalmente inteligente en atraer la riqueza en base al ahorro y al trabajo tesonero, más la implementación de efectivas estrategias de inversión a mediano y largo plazo. Pequeño quiere decir no complicarse la vida con frivolidades y presunciones baladíes.


Los seres humanos tenemos una capacidad inmensa de complicarnos la vida innecesariamente. Muchas cosas que se pueden realizar de una manera sencilla, buscamos la manera de hacerla difícil, muchas veces inducidos por el feo arte del allante. Así  mismo, nos pasa con nuestras relaciones, nos la gastamos para complicarnos la existencia unos con otros, por eso existen las guerras y mala educación.


Para apaciguar el innoble sentimiento de la envidia hacia lo que tienen los demás debemos aprender que las cosas solo tienen el valor que nosotros le damos. Es un buen axioma financiero, que nos permitirá mantenernos a raya a la hora de sentirnos inferiores por lo que otros tienen y con ello querer igualarnos tontamente adquiriendo mercancías inútiles. El mejor ejemplo es el caso de los teléfonos celulares, un simple celular tiene el mismo objetivo que los revolucionarios smartphones, poder llamar a otros, más sin embargo nos matamos por obtener los más caros y complejos, cuando al fin acabo, en el fondo, tienen la misma función, poder comunicarnos.

Si cada uno de nosotros logramos volver a ser humildes, sencillos, felices con lo que tenemos, pero con la mira puesta en las buenas inversiones futuras, llenaremos nuestro vacío existencial con energías positivas, deseo de progreso y el firme estímulo de lograr con constancia todos nuestros planes. Ya lo dice la legendaria canción del gran Joan Manuel Serrat: “Son aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas, en un rincón, en un papel o en un cajón”. Vayamos a buscarlas!!!!.

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