Hace un año exactamente nacía una
nueva esperanza para el pueblo dominicano con la asunción al poder del Sr. Danilo
Medina. Transcurrido todo este tiempo podemos sacar algunas conclusiones. Este
gobierno se ha caracterizado por dar un matiz totalmente diferente al de su
antecesor Leonel Fernández. El nuevo gobierno de Danilo tiene un rostro mucho
más humano y una actitud más humilde. Es un presidente sencillo y audaz, que
sabe escuchar, que sabe reflexionar y que asume una actitud firme a la hora de
tomar decisiones. La puntualidad se ha vuelto una costumbre bastante positiva.
Sus acostumbradas visitas no
programadas a diversas comunidades del país, procurando dar esperanza y
oportunidades al productor nacional, así como su firme postura ante el caso de
la Barrick Gold, le ha hecho ganarse el respaldo de la opinión pública. Así
mismo, su programa de alfabetización ha estado dando buenos resultados hasta el
momento.
Sin embargo, su administración
aún dista de logros estructurales y significativos. Para empezar, es ya de
urgencia nacional el remozamiento y reestructuración de la Policía Nacional.
Para nadie es ya un secreto que la delincuencia se ha adueñado del sosiego de
la sociedad dominicana. No sé si reírme o ponerme a llorar cuando escucho en
algunos medios que la delincuencia ha disminuido significativamente. Sólo basta
escuchar los principales programas de radio para darse cuenta de que vivimos
inmersos en una espiral de violencia, donde cualquiera de nosotros puede ser
atracado en cualquier momento. A este gobierno le ha faltado voluntad para
decidir y programar una profunda y sincera
purificación de la uniformada.
Algo que le ha estado haciendo
mucho daño a este gobierno, es lo relacionado al triste tema de la corrupción.
El presidente Medina falta a su palabra cuando dijo que sólo por el rumor
público cancelaría a funcionarios públicos involucrados en asuntos de
corrupción. Hasta el día de hoy no hemos visto el primer despido, cuando a
través de la televisión han sido presentados varios casos muy elocuentes de
flagrantes actos de corrupción, como los casos de desviación de fondos en
CONANI y las sonoras metidas de pata del Ministro de la Juventud, por sólo
mencionar dos. A esto, la mutis permanente ante las serias denuncias que pesan
sobre varios exfuncionarios de la gestión pasada.
En este sentido, gran parte de la
población entiende que el actual gabinete debe ser renovado, con personas más
comprometidas con el bien del país y no con intereses particulares. Una de las
primeras decepciones, fue que un alto porcentaje del tren gubernamental
proviene de la gestión pasada, con funcionarios muy corroídos y desenchufados
de la problemática nacional.
A pesar de que fue aprobado el
tan deseado 4% por la Educación, aún es muy largo y pedregoso el camino para
lograr niveles óptimos de gestión. Este es un país donde abunda la mala
educación, donde cada quien hace lo que le da la gana, pues entiende que no le
traerá consecuencias. Por eso es que nos pasamos los semáforos en rojo,
manejamos en vía contraria, no queremos adherirnos a las normas establecidas,
faltamos el respeto, gritamos, tocamos bocinas como locos, arrasamos con todo
en los hoteles y un larguísimo etcétera.
Todavía está pendiente la tan
ansiada solución del problema energético. El nuevo administrador Bichara está
planteando algunas soluciones, que por la envergadura del problema tomará
tiempo ver sus verdaderos efectos. Así mismo, los niveles de desempleo siguen
muy altos, y eso que el gobierno contempla (indebidamente) en su cálculo el
empleo informal o “chiripeo” que si no……….
En términos económicos, la
implementación despiadada de la reforma fiscal aprobada en 2012 afectó
considerablemente la actividad económica para inicios de este año. La actitud
austera implementada desde agosto del 2012, ha tenido que ser desmontada a
través de agresivas medidas de política expansiva, siendo la de mayor impacto
la liberación de un porcentaje del encaje legal. Gracias a estas medidas, se ha
logrado un crecimiento del 2.8% en el segundo trimestre del año. Sin embargo, a
pesar de los programas de apoyo a las PYMES el porcentaje de los créditos
dirigidos a este sector, distan mucho de ser impactantes.
Por otro lado, una gran parte de
la población vive aún por debajo del umbral de la pobreza y la brecha de
desigualdad social sigue expandiéndose. Esto es algo que el gobierno anterior
siempre quiso minimizar a través de la presentación de indicadores
macroeconómicos basados en el crecimiento del PIB, que no refleja (para nada)
los niveles de desarrollo económico, bienestar e igualdad de condiciones y
oportunidades. Seguimos siendo un país donde los ricos se hacen cada día más
ricos, los pobres cada vez más pobres y la clase media, una especie en
extinción.
Soy de los que creo
fervientemente en las muy buenas intenciones del presidente Medina. Apoyo su
deseo de alejarse de la mala imagen dejada por la administración pasada. Pero
con buenos deseos y buenas intenciones no se solucionan los más grandes
problemas de nuestro país. Por ello es que su gestión debe empezar ya a ser
contundente, de pasar de los saltitos a los grandes saltos, aquellos que
requieren más determinación y coraje. Manos a la obra!!!
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