En días pasados, el Sr. Gobernador del Banco Central, Don Héctor Valdez
Albizu, informó al país que la economía dominicana creció un 5.5% con
relación al PIB en el primer trimestre de este año. Se está volviendo
una costumbre que la máxima autoridad económica del país informe
recurrentemente en diferentes escenarios los resultados económicos de la
nación, lo que puede catalogarse de muy positivo.
Estos
anuncios, los cuales tienen un valor incuestionable, reflejan una
inusitada inclinación por parte de las autoridades monetarias de
conseguir un ambiente positivo desde el punto de vista financiero.
Ahora que el país ha realizado una importante colocación
de bonos con una prima de riesgo menor, es una tarea mantener un
escenario favorable que fomente la inversión extranjera. Es como
“cacarear” las buenas notas de su hijo en el colegio para poder aplicar a
una beca.
Sin lugar a dudas, con un entorno económico
internacional más favorable y buenos datos macroeconómicos a lo interno,
típico del partido gobernante, lo que se busca es contrarrestar la ya
profunda percepción de la población de que vamos mal. Y en verdad que en
reiteradas ocasiones y artículos, hemos informado que, si bien el
crecimiento del PIB es vital para el buen manejo de la economía, esto no
necesariamente se traduce en un mejor grado de desarrollo para el
ciudadano común.
Por ello es que estos datos deben verse con
el “rabillo del ojo”. Ese 5.5% se compone de un promedio de todos los
sectores de la economía, lo que para una mejor apreciación de lo
sucedido, es pertinente analizarlos en sus partes, para ver si hay algún
sector con un crecimiento extraordinario que haya sesgado el resultado.
En este sentido podemos encontrar el sector de la minería con un
crecimiento del 35.3% obviamente motivado por las exportaciones de oro
de la Barrick Gold, y lógicamente el dato tiene un fuerte peso
específico sobre el resto. El sector financiero por su parte tuvo un
incremento del 14.6%, tras el fuerte apoyo del sector bancario al sector
público. Es prudente mencionar que ambos tienen poca incidencia sobre
la generación de empleos de calidad.
Por otro lado nos
encontramos que el sector construcción tuvo un aumento del 14.6% basado
en la vorágine de construcción de escuelas y carreteras. En
contraposición, encontramos crecimientos deslucidos en sectores con alto
impacto social como Energía y Agua 3.6%, Enseñanza 3.5%, salud 5.9% y
uno que nos llama la atención es el pírrico 3.6% del sector comercio, un
gran movilizador de la economía y generador de muchos empleos.
Un
dato esperanzador es el resultado concerniente al turismo, ya que
hoteles, bares y restaurantes reflejó un crecimiento del 8.9%. El
turismo, la industria sin chimenea, puede ser la llave para lograr
mayores niveles de crecimiento que se reflejen en el desarrollo de una
buena parte de la población. Pensamos que no sólo debemos explotar el
turismo de sol y playa, y que debemos diversificar nuestra propuesta
hacia el turismo ecológico y cultural, que puede darnos muy buenos
réditos. Es una buena noticia el aumento de la tasa hotelera que se
ubicó en el 88.5%, así como los ingresos con una tasa del 9%. Así mismo,
valoramos también el buen resultado agropecuario del 6.2% tras un buen
esfuerzo del nuestro Presidente de salvar este importante sector.
Estos
indicadores, en realidad muy buenos, deben tal vez combinarse con otros
concernientes al desarrollo de los pueblos, como el Índice de
Desarrollo Humano, los índices de pobreza, alfabetización, corrupción,
coeficiente de Gini y curva de Lorenz, que miden los niveles de
desigualdad, pues de nada sirve mostrar crecimientos sostenidos del PIB,
y que no se vean reflejados en mejores niveles de vida y bienestar de
la población.
Un pueblo lastimado por el hambre y la pobreza,
con altos niveles de corrupción, con muy poca institucionalidad, con
una policía disfuncional y una delincuencia rampante, no puede
vanagloriarse de buenos datos macroeconómicos, cuando su bienestar no le
está garantizado por el Estado. Es injusto para el desempleado, el
estudiante, el comerciante, la madre, el padre, en fin las familias,
hablarles de buenos resultados económicos, cuando sus necesidades
básicas no son compensadas con la disposición de servicios y bienes de
calidad.
Recientes encuestas han reflejado que pese a estos
niveles de crecimiento, el ciudadano común siente que la situación en
vez de mejorar empeora. Esto es muy sencillo de explicar, pues los
principales males del país no han sido solucionados y no se vislumbra
planes concretos para erradicarlos. Actualmente tenemos altos niveles de
delincuencia, una corrupción asquerosa, bañada con el triste manto de
la impunidad, una policía insolente e intimidadora, pero poco efectiva
cuando debe serlo, escasez de buenos trabajos, saturación de carreras
universitarias, un sistema de salud quebrado, bajos niveles de
educación, etc… Y el pueblo esto lo sabe muy bien, pues lo vive día tras
día.
Quizás sea el momento de cambiar el “crecimiento sin
prosperidad”, tal como demostró el Banco Mundial en un completísimo
informe, por algo en lo que creo, un crecimiento con desarrollo!!.
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