lunes, 26 de mayo de 2014

Con el rabillo del ojo

En días pasados, el Sr. Gobernador del Banco Central, Don Héctor Valdez Albizu, informó al país que la economía dominicana creció un 5.5% con relación al PIB en el primer trimestre de este año. Se está volviendo una costumbre que la máxima autoridad económica del país informe recurrentemente en diferentes escenarios los resultados económicos de la nación, lo que puede catalogarse de muy positivo.
   
Estos anuncios, los cuales tienen un valor incuestionable, reflejan una inusitada inclinación por parte de las autoridades monetarias de conseguir un ambiente positivo desde el punto de vista financiero.            

Ahora que el país ha realizado una importante colocación de bonos con una prima de riesgo menor, es una tarea mantener un escenario favorable que fomente la inversión extranjera. Es como “cacarear” las buenas notas de su hijo en el colegio para poder aplicar a una beca.

   
Sin lugar a dudas, con un entorno económico internacional más favorable y buenos datos macroeconómicos a lo interno, típico del partido gobernante, lo que se busca es contrarrestar la ya profunda percepción de la población de que vamos mal. Y en verdad que en reiteradas ocasiones y artículos, hemos informado que, si bien el crecimiento del PIB es vital para el buen manejo de la economía, esto no necesariamente se traduce en un mejor grado de desarrollo para el ciudadano común.
   
Por ello es que estos datos deben verse con el “rabillo del ojo”. Ese 5.5% se compone de un promedio de todos los sectores de la economía, lo que para una mejor apreciación de lo sucedido, es pertinente analizarlos en sus partes, para ver si hay algún sector con un crecimiento extraordinario que haya sesgado el resultado. En este sentido podemos encontrar el sector de la minería con un crecimiento del 35.3% obviamente motivado por las exportaciones de oro de la Barrick Gold, y lógicamente el dato tiene un fuerte peso específico sobre el resto. El sector financiero por su parte tuvo un incremento del 14.6%, tras el fuerte apoyo del sector bancario al sector público. Es prudente mencionar que ambos tienen poca incidencia sobre la generación de empleos de calidad.
   
Por otro lado nos encontramos que el sector construcción tuvo un aumento del 14.6% basado en la vorágine de construcción de escuelas y carreteras. En contraposición, encontramos crecimientos deslucidos en sectores con alto impacto social como Energía y Agua 3.6%, Enseñanza 3.5%, salud 5.9% y uno que nos llama la atención es el pírrico 3.6% del sector comercio, un gran movilizador de la economía y generador de muchos empleos.
   
Un dato esperanzador es el resultado concerniente al turismo, ya que hoteles, bares y restaurantes reflejó un crecimiento del 8.9%. El turismo, la industria sin chimenea, puede ser la llave para lograr mayores niveles de crecimiento que se reflejen en el desarrollo de una buena parte de la población. Pensamos que no sólo debemos explotar el turismo de sol y playa, y que debemos diversificar nuestra propuesta hacia el turismo ecológico y cultural, que puede darnos muy buenos réditos. Es una buena noticia el aumento de la tasa hotelera que se ubicó en el 88.5%, así como los ingresos con una tasa del 9%. Así mismo, valoramos también el buen resultado agropecuario del 6.2% tras un buen esfuerzo del nuestro Presidente de salvar este importante sector.
   
Estos indicadores, en realidad muy buenos, deben tal vez combinarse con otros concernientes al desarrollo de los pueblos, como el Índice de Desarrollo Humano, los índices de pobreza, alfabetización, corrupción, coeficiente de Gini y curva de Lorenz, que miden los niveles de desigualdad, pues de nada sirve mostrar crecimientos sostenidos del PIB, y que no se vean reflejados en mejores niveles de vida y bienestar de la población.
   
Un pueblo lastimado por el hambre y la pobreza, con altos niveles de corrupción, con muy poca institucionalidad, con una policía disfuncional y una delincuencia rampante, no puede vanagloriarse de buenos datos macroeconómicos, cuando su bienestar no le está garantizado por el Estado. Es injusto para el desempleado, el estudiante, el comerciante, la madre, el padre, en fin las familias, hablarles de buenos resultados económicos, cuando sus necesidades básicas no son compensadas con la disposición de servicios y bienes de calidad.
   
Recientes encuestas han reflejado que pese a estos niveles de crecimiento, el ciudadano común siente que la situación en vez de mejorar empeora. Esto es muy sencillo de explicar, pues los principales males del país no han sido solucionados y no se vislumbra planes concretos para erradicarlos. Actualmente tenemos altos niveles de delincuencia, una corrupción asquerosa, bañada con el triste manto de la impunidad, una policía insolente e intimidadora, pero poco efectiva cuando debe serlo, escasez de buenos trabajos, saturación de carreras universitarias, un sistema de salud quebrado, bajos niveles de educación, etc… Y el pueblo esto lo sabe muy bien, pues lo vive día tras día.
   
Quizás sea el momento de cambiar el “crecimiento sin prosperidad”, tal como demostró el Banco Mundial en un completísimo informe, por algo en lo que creo, un crecimiento con desarrollo!!.

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