El desempleo es una de las
mayores plagas del siglo XXI. Así de sencillo, así de frio. Existe desempleo
cuando un alto porcentaje de los que pueden participar en el mercado laboral
están sin trabajo y con pocas probabilidades de obtenerlo en el corto plazo.
Existen cuatro tipos de desempleos. Está el desempleo friccional que resulta
cuando existen fricciones o desacuerdos entre el empleado y el patrón. Las
características de un puesto de trabajo no satisfacen al empleado y este se
marcha en busca de otro.
Por otro lado tenemos el
desempleo estacional que surge de la fluctuación estacional de la oferta y la
demanda. Por ejemplo en épocas de cosecha suele aumentar la oferta de trabajo,
así como en los meses de mayor afluencia de turistas, lo que hace disminuir el
desempleo.
Sin embargo, tenemos el desempleo
cíclico que consiste en la falta de empleo durante una crisis económica o una
recesión. También se le conoce como desempleo por demanda insuficiente, pues la
demanda total de bienes y servicios disminuye, lo que se traduce en mayores
niveles de despidos. Finalmente el más peligroso de todos, el desempleo
estructural, que ocurre cuando existe un desajuste técnico entre la oferta y
demanda de trabajadores. En este sentido, los puestos de trabajo que requiere
una economía son muy inferiores a la cantidad de gente que necesita trabajo.
La incertidumbre ha hecho añicos
las perspectivas mundiales debido a la incoherencia entre las políticas monetarias
y fiscales adoptadas en algunos países, así como un enfoque erróneo hacia el
sector financiero y el alto endeudamiento de los países de la zona Euro.
En este sentido, el empleo será
la gran víctima de la incertidumbre que persiste en la economía mundial, lo que
se reflejará en este 2013. La Organización Internacional del Trabajo cifró la
tasa de desempleo del 2012 en 197 millones de personas, representando un 5.9%
de toda la fuerza laboral. Para colmo de males, esta cifra esconde la magnitud
del empleo informal (chiripeo en RD) y la de aquellos que aún con trabajo viven
en la miseria. Adicionalmente, no se incluye a aquellos con edad y capacidad
para trabajar que llevados por la desesperanza, han decidido abandonar la
búsqueda de trabajo.
Según la Organización
Internacional del Trabajo la cifra de personas desempleadas registrará un nuevo
incremento en 2013 cuando el número de parados aumente en 5.1 millones para
superar los 200 millones de personas sin empleo, a pesar del moderado repunte
esperado en la producción. Pero no sólo es este el principal problema, sino que
aquellas regiones que han logrado prevenir un aumento adicional del empleo,
experimentarán un deterioro en la calidad del mismo, en la misma medida que el
empleo vulnerable y la cantidad de trabajadores que viven por debajo del nivel
de la pobreza aumenten.
Por otro lado, la crisis del
empleo la ha tomado contra los más jóvenes pues tienen una tasa de desempleo
del 12.6% lo que representa casi 74 millones de personas de edad entre 15 a 24
años. En este sentido, según la ONU, un 35% de la juventud desempleada ha
estado sin trabajo durante más de seis meses. Estos datos se traducen en un
daño incalculable al nuevo talento, el cual se explica en un grave desajuste
entre las habilidades y conocimientos de éstos y los que requieren los sectores
que crean empleos.
Un caso que conocemos muy bien es
el de España, donde el gobierno no prevé creación de empleo antes de finales
del 2013. La Reforma Laboral de Rajoy ha destruido 850, 400 puestos de trabajo
y el número de parados ha crecido en 691, 700 personas, la diferencia se debe a
los que dejaron de buscar empleo o emigraron a otros países. Más de tres
millones de personas llevan más de un año sin trabajo. El 55% de los menores de
25 años, no han logrado conseguir empleo. El último trimestre del 2012 cerró con 5, 965, 400 parados… y
contando!!!!.
Uno de los más recientes
editoriales del periódico El País indicaba que el mercado laboral había entrado
en una fase de depresión profunda que constituye una de las razones del agudo
desánimo se la sociedad española. La situación es tan grave, que el gobierno ha
tenido que extender el plan de ayuda al desempleado hasta que la tasa de paro
baje al 20%.
En nuestro país, aunque no
tenemos una tasa de paro tan alta, entendemos que existen dentro de nuestra
estructura socio-económica los ingredientes necesarios para su desbordamiento.
Actualmente, la tasa de desempleo del país se ubica en el 13.1%, por encima del
promedio de América Latina. Sin embargo, la misma ha disminuido cuando en el
2003 se ubicó en un peligroso 17%, como consecuencia de la crisis económica
provocada por las quiebras bancarias.
Es por ello, que nuestro nuevo
gobierno debe dar prioridad a este problema, creando programas que incentiven
el primer empleo, eliminar los desajustes entre la oferta universitaria y la
demanda laboral, promover programas de incentivos a las PYMES por medio de
asesorías y blandos financiamientos, rescatar el turismo de clase media,
incentivar el turismo ecológico y cultural y creando políticas fiscales y
monetarias que incentiven la demanda agregada y la inversión interna y externa.