Indignados Dominicanos?
Para Lucienne
Como
consecuencia del sometimiento por parte del gobierno de una propuesta de
reforma tributaria fundamentada en un enorme y sorpresivo déficit fiscal, un
sector de la población, tal vez no tan significativa en cuanto a número, pero
sí en cuanto a contundencia y corazón, ha preferido no sentirse víctimas de las
circunstancias y hacer sentir su desacuerdo manifestándose en las calles, de
manera pacífica, pero firme.
Son estas
personas unos tontos?, no lo creo. Al contrario, están ejerciendo su pleno derecho
a protestar, sin alterar el orden público, siempre resaltando su repudio hacia
unas medidas entendidas como injustas e improcedentes. Tonto es el que se cruza
de brazos y se deja someter a cambio de dádivas.
Son estas
personas unos intransigentes, retrógradas e intolerantes??. Unos engendros con
deseo de fuñir??. Para nada!!!. Sus componentes provienen de los diferentes estratos
de la Sociedad Dominicana, que han tenido la responsabilidad civil de hacer
valer sus derechos y exigir una patria mejor, una patria sin corrupción, sin
clientelismo y sin lambonismo de Estado. Lo que más ha indignado, no es sólo el
engaño y la manipulación a que nos tienen sometidos, no solo estos, sino todos
quienes nos han gobernado, es que se quiera subestimar nuestra inteligencia. Que
los dominicanos estamos hasta el copete de tantas barbaridades y mentiras,
hartos de que nos tomen como cochinitos-alcancía y que sólo le seamos
importantes en vísperas de elecciones.
Antes y durante
la campaña política se nos vendió la idea de que teníamos una economía
blindada, un país próspero y en camino hacia el desarrollo. Esta fue la
estrategia descarada para preservar el poder, pues durante la misma, nunca se
mencionó tal déficit y menos de ese tamaño. Ahora, una vez sintiéndose
victoriosos y con el control del Senado y la Cámara de Diputados, nos infligen
cual daga, un inmisericorde coctel de impuestos prácticamente recesivos.
Leo los
periódicos y observo que la clase media dominicana es sólo un puñado de
personas que no tienen peso específico entre la población. Que son los de
abajo, los pobres los que realmente son la representatividad de este país. Eso
es precisamente lo que desean los de arriba, que este pueblo se convierta en
una isla llena de indigentes, claro, para poderlos manejar a su antojo con
dádivas. Ellos piensan, al Pueblo “pan y circo”, y así nos tienen desde hace
décadas. Lo que el gobierno debería fomentar es un crecimiento sostenible de la
clase media, tal como hizo Brasil, que sacó a millones de sus conciudadanos de
la miseria para ubicarlos en la clase media. Eso es a lo que debemos aspirar en
este pedazo de isla. Es mi deseo que mis conciudadanos de las clases más
pobres, tengan la dicha algún día de poder tener, por lo menos, un nivel de consumo justo y
estable.
En los últimos
meses hemos sido testigos alrededor del mundo de la proliferación de
movimientos espontáneos de sectores vulnerables de la población, hartos de
tanta inmundicia y vagabundería por parte de sus dirigentes. Movimientos de
indignados como el 15-M de España, los Occupy Wall Street en Estados Unidos y
la denominada Primavera Árabe del norte de África, son la prueba fehaciente de
que los ciudadanos del mundo, cuando se sienten cansados, pueden convertirse en
una fuerza poderosa. Tal vez a este tipo de fuerza, es que temen los de arriba.
Un pueblo no
puede quedarse callado cuando su derecho a un mundo mejor le he sustraído de
golpe y porrazo. Cada dominicano tiene derecho a soñar y sobre todo que ese sueño
pueda ponerse en acción. Creo firmemente en las buenas intenciones de nuestro Presidente
Medina, pero creo que debe empezar a rodearse de personas con mayor nivel de
credibilidad y con deseo de aportar a la nación y no de servirse de ella.
Finalmente
quiero finalizar esta entrega con un párrafo del nuevo libro del genial
economista Joseph Stiglitz titulado “El Precio de la Desigualdad” que sirve
para ilustrar mejor los tiempos que estamos viviendo: “Para los jóvenes indignados y
los manifestantes de otros lugares del mundo, el capitalismo no sólo no está
cumpliendo con lo que prometía, sino que está dando lugar a lo que no prometía,
la degradación de los valores hasta el extremo en que todo es aceptable y nadie
se hace responsable.”
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