El efecto
Greenspan
Alan Greenspan fue durante mucho
tiempo el Presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, que es como
su Banco Central. Este personaje estuvo al mando de la finanzas estadounidenses
desde 1987 hasta 2006. Sirvió
a cuatro Presidentes: Ronald Reagan, George Bush padre, Bill Clinton y George
W. Bush. Recientemente tuve la oportunidad de leer uno de sus artículos
donde profesaba por un sector financiero desregulado para dar paso a lo que
según su criterio eran “innovaciones financieras”. Enarbolaba y defendía en su
artículo que los mercados financieros globalizados eran más eficientes.
Fue escrito por el Sr. Greenspan
dos años antes de la derogación de la ley Glass Steagall. Esta ley
perteneciente a lo que se conoce como el “Bankig Act”, una serie de medidas
implementadas por el gobierno de Franklin D. Roosevelt en 1933 para evitar que
se repitieran las causas que originaron la gran depresión de 1929, impedía
entre otras cosas, que los bancos comerciales se involucraran con los bancos de
inversión.
Tras la crisis de las empresas
tecnológicas y los eventos desafortunados del 11 de Septiembre del 2001, la
Reserva Federal redujo los tipos de interés del 6.5% al mínimo histórico del
1.0%, fomentando irremediablemente a un incipiente sector inmobiliario.
Un mercado desregulado, inundado
de liquidez y con tasas de interés muy bajas, una burbuja inmobiliaria en pleno
apogeo fortalecida por el otorgamiento indiscriminado de créditos hipotecarios
de mala calidad, mejor conocidos como sub-prime eran de por sí, una combinación
peligrosa, que el Sr. Greenspan parece no haber percibido ni medido en sus
consideraciones.
Estas hipotecas sub-prime fueron
empaquetadas en instrumentos financieros conocidos como Mortgage Back
Securities (MBS), los cuales fueron vendidos indiscriminadamente por los bancos
a través del mundo. Cuando se les acababa el dinero para crear más MBS, los
bancos iban por el mundo pidiendo dinero prestado a otros bancos, pues según
ellos, para eso estaba la Globalización.
No contentos con esto, y para
engañar a las agencias de calificación de riesgo, los bancos comerciales,
tomando como agentes de comercialización los bancos de inversión, transformaron
los MBS en otros derivados, ahora organizados en tramos o “tranches” de préstamos
en orden de menor riesgo de impago hasta alto riesgo de impago, mejor conocidos
como Collaterized Debt Obligations (CDO), los cuales a su vez eran sustentados
por una especie de pólizas de seguros conocidos como los Credit Default Swaps
(CDS)
Los mercados financieros habían
omitido cumplir con sus funciones básicas de gestionar el riesgo, asignar el
capital y movilizar los ahorros. Al contrario, habían creado más riesgo, habían
asignado mal el capital y fomentaron el endeudamiento excesivo. Lamentablemente,
estas innovaciones financieras fomentadas por el Sr. Greenspan fueron
concebidas para evadir las normas, la fiscalización y los estándares contables.
Fueron creados productos financieros tan complejos que tenían el efecto de amplificar el riesgo.
Una vez que se impuso la
desregulación, sólo era cuestión de tiempo para que se presentaran los horrores
del pasado. Las mal llamadas innovaciones financieras sólo permitieron que la
burbuja inmobiliaria se hiciera más grande antes de explotar. Lo que había
sostenido a la economía norteamericana y a una buena parte de la economía
global antes del estallido de la crisis en 2008 con la mega quiebra de Lehman
Brothers, fue una borrachera consumista financiada por medio del endeudamiento.
Se fomentó a las familias a vivir por encima de sus posibilidades.
Este desastre inmobiliario tuvo
un efecto internacional. Por medio de la Titulización las hipotecas fueron
empaquetadas, colocadas en tramos y luego re-empaquetadas y colocadas en todos
los bancos del mundo y fondos de inversión. Cuando la burbuja estalló en 2008,
esta estructura se desmoronó llevándose consigo instituciones otrora
prestigiosas como Lehman Brothers, Bearn Stearns y Merill Lynch. Además casi
acaban con los dos principales bancos hipotecarios gringos, Fannie Mae y
Freddie Mac, además de la aseguradora AIG, ahogada en un inmerso mar de Credit
Default Swaps.
A inicios del 2007, el precio de
las viviendas empezó a caer, muchos de los deudores sub-prime se dieron cuenta
que estaban pagando por sus casas más de lo que valían, por lo que dejaron de
pagar sus cuotas, por lo tanto ya nadie quería comprar MBS o CDO, y quienes los
poseían no pudieron venderlos.
Los depositantes de los bancos
que prestaron dinero a los bancos norteamericanos vieron esfumarse sus ahorros.
Los bancos empezaron a desconfiar unos de otros y dejaron de prestarse dinero
entre ellos, por lo que se quedaron sin recursos para operar.
Como las familias empezaron a
sentirse muy apretadas por el pago de la hipoteca, fueron menos al supermercado
y a las tiendas. Esos negocios lo notan porque bajan las ventas y por ende
compran menos mercancías a sus suplidores y a estos les empieza a sobrar
personal, despiden empleados, lo cual aumenta irremediablemente la tasa de
desempleo y se incrementan los niveles de pobreza.
Estas imprudencias fueron
emuladas por las instituciones financieras en Europa, provocando serios
déficits públicos en países como España, Italia, Irlanda, Portugal, Islandia y
Grecia.
Creo que el Sr. Greenspan se
equivocó. Y se equivocó mal, pues sus ideas de mercados financieros eficientes,
dejados a su libre albedrío han desembocado en tal vez, la peor crisis
financiera de la historia moderna. Esta creencia de los mercados eficientes y
globalizados es un fracaso estimulado por la Reserva Federal. Si esta teoría
fuera cierta, nos existieran las burbujas.
Lo peor que se experimentó en
este proceso fue una crisis moral. Se ha recorrido mucho camino en una
dirección opuesta, creando una sociedad materialista que se ha impuesto al
compromiso moral. Hoy en día, estamos
pagando los platos rotos.