Uno de los sellos distintivos del
actual gobierno del Sr. Danilo Medina es sin lugar dudas sus ya populares
visitas sorpresas a diferentes destinos de la nación con el fin de otorgar
financiamientos en condiciones especiales a los sectores productivos. La verdad
que es digno de admiración que un presidente dominicano se tome las molestias
de “darse un baño de pueblo” como la mejor manera de saber realmente cuáles son
sus verdaderas necesidades.
Estas actividades ya han trascendido
a nivel internacional, tal como quedó plasmado en la reciente alocución de
nuestro mandatario ante la FAO. El derecho al crédito ha sido una las punta de
lanza de las estrategias del actual gobierno, y que es deber de todo Estado
fomentar. Estas visitas, sin lugar a dudas, han impactado positivamente en el
nivel de popularidad del Presidente Medina, hasta el punto de ser uno de los
mejor posicionados en todo el mundo.
Es muy positivo el sincero
interés de nuestro Presidente de establecer programas y mecanismos para
fomentar el crecimiento y desarrollo de las MIPYMES con el objetivo de acumular
riquezas y propiciar mejores niveles de empleo. Personalmente, no tengo ninguna
duda de sus buenas intenciones, hasta el punto de que vería con buenos ojos, si
se pudiera, una reelección, por la sencilla razón de que sus planes requieren
de más tiempo para poder concretizarse óptimamente.
No obstante, entiendo que estos
oportunos financiamientos deben combinarse con un programa extenso de asesoría
técnica en cada rubro financiado, que les permita a los beneficiados hacer un
buen uso de los recursos, pues financiamiento sin asesoría o acompañamiento
podría traducirse en endeudamiento, que no es lo mismo que apalancarse. Así
mismo, es muy prudente designar una comisión que periódicamente revise que
tales préstamos hayan sido usados adecuadamente, es decir que hayan cumplido
con los objetivos productivos para lo que fueron otorgados, para evitar que el
dinero vaya a parar al bolsillo de alguien.
Por otro lado, creer que estas
visitas son la solución a los problemas del país, la verdad que sería un
ejercicio de amplia ingenuidad. A pesar de que son actividades muy positivas a
priori, no debemos sobredimensionarlas, pues aún es muy temprano para ver sus
frutos. Por ello, es necesario que se lleve una estadística de los efectos
reales que, con el tiempo, estos financiamientos tendrán en el desarrollo y el
bienestar de la población. Un seguimiento estricto, serio y realista debe erigirse
con las mejores intenciones para el control de cada uno de los financiamientos,
que obviamente en algún momento, sus usuarios tendrán que devolverlos. De no
darse lo anterior, podría este bonito proyecto sucumbir ante una oleada de
morosidad, tal vez irreversible, si no se establecen mecanismos de control.
Creo que sería muy interesante,
que el presidente Medina, realice también visitas sorpresas a aquellas
comunidades donde ya se han realizado financiamientos, para que él mismo
evidencie la realidad de sus ejecutorias. Es más, este proceder serviría como
medida de contingencia contra aquellos vivos que desearan aprovecharse de su
buena voluntad.
Finalmente, pienso que ese mismo
entusiasmo que nuestro gobernante muestra en sus visitas sorpresas sea
extendido a otros asuntos de gran interés para la nación como el flagelo de la
corrupción, una mancha dentro de su mandato y que debería ser una piedra
angular de su gobierno, pero que siento lejos de que se ejemplifique con
necesarias sanciones a funcionarios que han incurrido en serios e irritantes
actos indebidos y de deslealtad a la patria.
Así mismo, entiendo potable que
enfoque más esfuerzos a la reducción del déficit fiscal, pues como hemos visto
en la prensa, el presupuesto del 2015, prácticamente se dilapidará en pago de
deuda, subsidios improductivos y el pago de nóminas, muchas de ellas absurdas.
Debería ser una prioridad para el gobierno establecer medidas para simplificar
la extensa e improductiva nómina gubernamental, donde abundan muchas
instituciones obsoletas e innecesarias. Así mismo, no hemos visto una real
voluntad para el diseño de un verdadero pacto fiscal equitativo, pues
actualmente la clase media y los pobres somos los que cargamos con el mayor
peso. También es fundamental la creación de mecanismos para la reducción de la
delincuencia y el crimen, como la reestructuración profunda de la policía, un
aumento de sueldo a los fiscales, mayor transparencia en los procesos,
construcción de mejores cárceles y fervientemente aumentar el grado de las
sanciones y penas.