La verdad que Warren Buffet es un
personaje único y fascinante. Es considerado el más grande inversionista de la
historia lo que le ha permitido ser uno de los hombres más ricos del mundo. Sin
embargo, mantiene un porte sencillo, más parecido al de un viejo profesor de
universidad que de un mega millonario. Es un tipo bastante autocrítico y no le
gusta la ostentación.
Buffet nació en 1930 en un
pueblito de Nebraska llamado Omaha. A la temprana edad de once años ya estaba
ganando dinero vendiendo botellas vacías de refrescos. A los once ya estaba
realizando sus primeras compras de acciones. Aunque no quiso ir a la
universidad su padre lo obligó a matricularse en la Universidad de Nebraska y
asistió a la prestigiosa escuela de negocios Wharton. Fue un fiel seguidor de
Benjamin Graham, el más alto gurú de inversión de la época para quien trabajó
algunos años. Hizo su Maestría en Economía en la Universidad de Columbia, luego
de ser rechazado por la escuela de Negocios de Harvard, cosas de la vida.
En 1962 compra una alicaída
empresa textil llamada Berkshire Hathaway ubicada en Massachusetts, a la cual
pudo mejorar su flujo de efectivo hasta convertirla en el buque insignia de las
empresas de inversión y una de las más exitosas de todos los tiempos. Las
estrategias de inversión de Buffet son asombrosamente sencillas. Sólo invierte
en empresas que entiende, en buen dominicano “no se aloca en vainas raras”. Su
portafolio de negocios, el cual está por encima de los US$100,000 millones,
está compuesto mayoritariamente por empresas que Buffet entiende perfectamente
y que tienen altas expectativas de crecimiento a largo plazo. Es muy conocida
su técnica de uso de los estados financieros de las empresas para descubrir aquellas
que tengan una ventaja competitiva a largo plazo, es decir que estén permanente
en la mente de los consumidores como Coca Cola, Mc Donald´s, American Express o
Hershey.
Warren es famoso por ser como el
salmón, le gusta ir en contra de la corriente y hace normalmente lo opuesto que
hacen los inversionistas tradicionales. Por esto no es frecuente ver entre sus
inversiones a empresas “dotcom” e involucrarse con derivados financieros. Para
él las efervescencias de las acciones en empresas tecnológicas no son una buena
inversión. En el general de los casos sus conclusiones de inversión son
acertadas, por ello se le conoce como el “Oráculo de Omaha”.
En este sentido, durante la
crisis financiera que inició en el 2008, Warren Buffet prestó asistencia
financiera a un grupo de grandes empresas que estaban en la cuerda floja. Este
apoyo ha dado sus frutos y le ha concedido la friolera de RD$10,000 millones en
beneficios, esto es cerca del 40% de lo invertido durante la crisis, según un
reciente análisis de Wall Street Journal.
Esta interesante apuesta confirma
una de sus más ingeniosas frases “Sea temeroso cuando otros son codiciosos, y
codicioso cuando otros sean temerosos”. Durante la gestación de la gran burbuja
inmobiliaria, donde los grandes bancos perdieron la cabeza con negocios tóxicos
movidos por su ansia desmedida de lucro, el gran Warren se mantuvo al margen.
Una vez desinflada la burbuja y los bancos con “el rabo entre las piernas”, el
viejo sabio salió de compras.
Recientemente la gran empresa
fabricante de chocolates tan famosos como Milky Way, Snickers, M&M´s y
Twix, le devolvió los US$4,400 millones que le prestó en 2008, generándole unas
ganancias de US$680 millones.
Si se compara con el mega rescate
que la administración Bush le dio al sistema financiero a través del programa
TARP, el retorno del gobierno fue de US$50,000 millones para un retorno del
12%, mucho menor a la rentabilidad obtenida por Buffet.
Otras empresas siguieron los
pasos de Mars y durante lo peor de la crisis solicitaron al gran inversionista
que les echara una mano. Era importante para ellas, no sólo la asistencia
económica, sino la confianza de Buffet en sus perspectivas a largo plazo. En
seis importantes acuerdos, Berkshire Hathaway invirtió alrededor de US$26,000
millones en otras entidades como General Electric, Dow Chemical, la
reaseguradora suiza Swiss RE, Bank of America y el gigantesco banco de
inversión Goldman Sachs.
El más reciente fue un préstamo
al Bank of America por US$5,000 millones. A la gigante de la química Dow
Chemical, le endosó US$3,000 millones para la adquisición en el 2009 de Rohm
& Haas. A Goldman Sachs, el controversial banco de inversión, acusado de
irregularidades durante la crisis sub prime, Berkshire invirtió US$2,100
millones en acciones, convirtiéndose en accionista mayoritario, al cual ya se
le habían prestado US$5,000 millones en el 2008, para sacarlo del atolladero.
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