El Mercado Alternativo de Renta
Fija (MARF) es una de las soluciones planteadas para mejorar la economía
española y el empleo. Este sistema viene a contrarrestar la problemática del
acceso a financiamiento por parte de las PYMES españolas, debido a que el grifo
del crédito está aún cerrado por los bancos españoles los cuales se encuentran
en un profundo proceso de
reestructuración y recapitalización.
Los últimos datos suministrados
por el Banco de España, en el mes de agosto la morosidad del sistema financiero
llegó al 12%, por primera vez en los 50 años desde que se recogen estos datos.
La estadística muestra que los impagos de préstamos vuelven a subir por sexto
mes consecutivo, para un riesgo de impago que asciende a los 180,673 millones
de Euros!!!. Esto quiere decir, que ni las recapitalizaciones, ni el traspaso
de créditos basura a una entidad gubernamental, están dando resultado.
Con la crisis, los bancos
españoles han reducido en un 27% el crédito a las empresas, sobretodo en un
país donde existe una gran dependencia empresarial al crédito bancario de
alrededor del 93% (2011).
Ante esta situación, el gobierno
ha tenido que buscar nuevas medidas de estímulo y uno de los proyectos que más
suena como vía de financiamiento para medianas empresas es el Mercado
Alternativo de Renta fija. El MARF es un mercado de renta fija para emisiones
de deuda (bonos) por parte de empresas medianas.
El objetivo del proyecto es
facilitar el acceso de las empresas a los inversionistas de renta fija, sobre
todo aquellas que no tienen gran dimensión y estructura. Obviamente este
proceso requerirá de bastante planificación y sumo cuidado. Según el Consejo
Nacional de Mercados de Valores (CNMV) las compañías que deseen acceder a este
mercado deben cumplir con una serie de requisitos, entre ellos: Buenos niveles
de recursos propios frente a vencimientos de deuda de corto plazo, fondos de
maniobra positivos y una deuda financiera por debajo de 3.5 veces su EBITDA
(Ingresos antes de amortización, depreciación, pago de impuestos e intereses).
Además deberán tener una facturación diversificada y con tendencia a la
internacionalización.
De acuerdo a estos criterios,
existen unas 780 Pymes en capacidad de emitir deudas en el MARF. No obstante,
“se cae de la mata” que los potenciales inversores no invertirán su dinero si
este proyecto no se basa en el inexpugnable valor de la credibilidad. La
confianza y la credibilidad son virtudes que desde el punto de vista de las
relaciones de negocios, requieren tiempo para su construcción y consolidación.
En España, al igual que nuestro
país, las Pymes representan la mayor parte de la estructura empresarial y
muchas cuentan con una historia que merece ser contada. Se estima que los
costos iniciales para emitir deuda en el MARF sería del 3% del importe emitido,
o sea hasta 750,000 euros, que incluye asesores, “brokers”, folletos, etc…
Para su implantación en vital la
Comunicación desde el punto de vista corporativo y financiero, sobre todo
cuando la crisis mostró las falencias de un sistema financiero que ocultó
detalles vitales en la comercialización de sus productos más tóxicos. La buena
comunicación hará más creíble este proyecto.
En República Dominicana, contamos
con un incipiente Mercado de Valores con instrumentos de renta fija emitidos
básicamente por bancos, puestos de bolsas, entidades gubernamentales y algunas
corporaciones. Así mismo, contamos con un tejido empresarial compuesto en su
gran mayoría por Pymes, pero no tan subordinadas al sector bancario como en
España. No obstante, para nadie es un secreto, lo difícil que resulta para las
Pymes acceder al crédito, básicamente por su informalidad desde el punto de
vista contable y financiera.
El nuevo gobierno de Danilo
Medina ha establecido algunos programas de financiamientos a las pequeñas y
medianas empresas, cimentados principalmente a través de entidades de
intermediación financiera como el Banco de Reservas y la mal llamada Banca
Solidaria. También, el mismísimo presidente Medina, a través de sus ya acostumbradas
visitas dominicales, ha conseguido préstamos para el sector agro-industrial.
Obviamente, estos proyectos de
financiamientos deben estar sustentados en asesorías que ataquen aquellas
debilidades que no permiten a las Pymes ingresar al territorio de la formalidad
financiera. Esto es un asunto de extrema importancia que debe ser una condición
Sine Qua Non para el expendio de los recursos.
Tomando el ejemplo español y ante
las circunstancias antes planteadas entiendo factible la formulación de una alternativa
que permita a las Pymes con un óptimo grado de desarrollo, suscribir sus
propias emisiones de bonos. Obviamente, y estoy muy consciente, que para su
implementación habrá que romper con muchos paradigmas, principalmente desde el
punto de vista fiscal y de transparencia financiera.
No obstante, es una alternativa a
considerar a futuro, ya que contamos con un mercado de valores en gran
crecimiento y una embrionaria cultura de inversión, que con el tiempo debe
convertirse en un mecanismo alterno, tanto para el financiamiento de las Pymes
dominicanas, así como la posibilidad de novedosas alternativas de inversión que
fomenten la diversificación.