miércoles, 5 de diciembre de 2012

UN CASO PARTICULAR. Martes 4 de Diciembre

Islandia es un pequeño y frío país, que al igual que sus contemporáneos europeos sufrió en el 2008 la implosión de una burbuja inmobiliaria.  Sus tres únicos bancos incurrieron en el otorgamiento indiscriminado e imprudente de préstamos de mala calidad, por lo que se fueron a la quiebra, llevando al país a la bancarrota. Adicionalmente el pequeño país se endeudó hasta no poder más, principalmente con Holanda y Gran Bretaña.
   
Sin embargo, muy diferente a los países de la Eurozona, enfangados en una terrible recesión, los islandeses supieron manejar su situación, hasta estar hoy en una plena recuperación.  El pueblo islandés miró la crisis como una oportunidad, y aunando las voces de toda una nación, enarbolando la revuelta pacífica y la movilización, terminaron con años de gobiernos corruptos e irresponsables. Islandia ha sido capaz de escribir su propio futuro tomando como base tu turbio pasado, sin la necesidad de funcionarios parásitos y sinvergüenzas.
   
Los ciudadanos se negaron a cargar con la deuda de sus banqueros, tras unas pacíficas, pero contundentes manifestaciones el gobierno corrompido y sumiso ante el poder financiero, se vio forzado a dimitir. Se convocaron nuevas elecciones y se formó un nuevo gobierno de coalición. Inmediatamente se estableció una comisión parlamentaria para establecer responsabilidades y se redactó una nueva Constitución bajo un novedoso sistema de consulta al pueblo.
   
A pesar que aún persisten problemas, Islandia logró un crecimiento del 3% en el 2011 y se espera que crezca un 2.7% para este 2012. Incluso, han obtenido una mejora en su calificación de riesgo por parte de la agencia Fitch. Los bancos fueron nacionalizados y sus antiguos gestores, han sido echados de sus funciones y muchos están inmiscuidos en procesos legales. Así mismo el anterior Jefe de Gobierno fue juzgado junto a algunos de sus ministros.
   
Adicionalmente se están llevando reformas estructurales para proteger las libertades de información y de expresión a través de un proyecto de ley que pretende hacer del país un refugio seguro para el periodismo de investigación y la libertad de información. Es importante el mensaje que Islandia nos da, en el sentido de que los sistemas democráticos actuales son obsoletos, clientelistas y con una gran tendencia a la corrupción y que se debe avanzar hacia un mejor nivel de transparencia y participación. 
   
La semana pasada escuchamos el discurso de nuestro presidente una vez transcurridos sus primeros 100 días de gestión. La pieza, carente de realidad por ser grabada, nos mostró un mandatario optimista, con una serie de interesantes proyectos y planes para el 2013. Muchos nos quedamos esperando algún tipo de comentario u opinión (una explicación sería mucho pedir la verdad) sobre las causas del enorme déficit que una economía “blindada” como la nuestra no pudo evitar. Más sin embargo, lo más llamativo fue su alusión de no tirar piedras al pasado. Lamentable.
   
Hasta ese punto, su discurso se manejó con una tendencia a diferenciarse del estilo de la anterior administración. Esta simple frase, le dio un giro diferente a su mensaje, ya que se nos da a entender que debemos echar tierras a las imprudencias del pasado. ¿Cómo se le puede garantizar al pueblo dominicano que las imprudencias y vagabunderías del pasado no vuelvan a ocurrir si no se toman medidas correctivas y se establecen responsabilidades? ¿Cómo es posible que se le indique a este pueblo que se olvide de los males que por décadas han marchitado la esperanza de varias generaciones? ¿Cómo es posible que se nos someta tan vilmente a una impunidad tan obvia?
   
Ya me imagino aquel estribillo del popular merengue de Los Hermanos Rosario: “Y si un déficit nos quebró de tal manera, dale olvido borrón y cuenta nueva”. Por favor!!!. La reacción del genial periodista Huchi Lora no pudo ser más clara: “Cuando miramos atrás, es cuando realmente miramos hacia delante, porque estamos actuando para que las cosas malas no se repitan”. Así de sencillo. Un pueblo que pretenda olvidar su pasado, estará siempre condenado a repetir los mismos errores. Ese es uno de los grandes problemas de este país.
   
Cuando al ciudadano se le dice que su salario perderá sustancialmente capacidad adquisitiva, cuando una madre tenga que pagar más por la compra de la semana y cuando un servidor deba pagar más por un galón de gasolina para satisfacer la codicia de un sector choferil espurio, es prioritario, buscar respuestas a estas vicisitudes, y las mismas sólo pueden encontrarse en nuestro pasado. En este sentido “no hay que tirar piedras, cañonazos hay que tirar”, expresaba el popular periodista cibaeno. Nuestro presidente, un gran admirador de Inacio Lula Da Silva y de su pupila, la actual presidenta del Brasil Dilma Roussef, ha señalado como un gran modelo a seguir las gestiones de ambos mandatarios, que han llevado al gran coloso sudamericano a convertirse en un país próspero, con una clase media pujante y pleno empleo. Pero ellos, nunca olvidaron sus humildes orígenes y en este sentido han tenido la sensatez de exigir responsabilidades a todos aquellos, que en el pasado, han metido la pata, o peor aún, hayan metido la mano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario