lunes, 4 de agosto de 2014

EL CONTRAATAQUE DE LAS BRICS



En este mundo de lleno de entidades y nuevas corrientes financieras, una sobresale sobre las demás y es lo que conocemos como las BRICS. Este es el acrónimo para referirse en conjunto a Brasil, Rusia, China, La India y Sudáfrica, reconocidas mundialmente como las nuevas potencias emergentes. 

No son una opción sino una nueva alternativa de bloque económico que busca contrarrestar el efecto del Capitalismo salvaje. Este bloque representa una esperanza de un NWO (New World Order), un Nuevo Orden Mundial.

Estos países tienen en común grandes extensiones territoriales y una gran densidad de población. Un estornudo de estos países, podría provocar una gran gripe financiera alrededor del globo y ellos lo saben. Obviamente tienen muchos puntos disímiles prácticamente en el aspecto cultural, pues no es lo mismo el jolgorio brasileño que la disciplina china, ni la religiosidad hindú que la frialdad rusa, sin embargo; unidos se han convertido en un serio contendor al bloque capitalista comandado por Estados Unidos, el FMI y el Banco Mundial.

Estas enormes superficies territoriales y de población les proporcionan dimensiones estratégicas a nivel continental y un gigantesco grueso de recursos naturales que se aúnan a un fuerte crecimiento del PIB que fomenta irremediablemente su nivel de comercio y la inversión.  Se dice que México y Corea del Sur podrían adherirse a este grupo, pero ya pertenecen a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).

El acrónimo BRIC (antes no se incluía a Sudáfrica) se le atribuye al economista Jim O´Neill en 2001 para referirse a los nuevos mercados emergentes, pero no es hasta 2008 cuando estos países lo asumen como idea. Estos países tienen el mérito de haberse recuperado rápidamente de la crisis financiera del 2008 tras la explosión de la burbuja inmobiliaria, contrario a otros países desarrollados.

Su visión consiste en el logro de la prosperidad fundamentada en su capacidad industrial y ventas al exterior, en sí, competir contra economías más prósperas con una estrategia agresiva de precios más bajos y estables.

Si nos remontamos a la historia económica, recordaremos que en Julio de 1944, representantes de 44 países se reunieron en un hotel de Bretton Woods, New Hampshire, Estados Unidos, para el diseño de un nuevo modelo de relaciones comerciales y financieras. Han pasado justamente 70 años y las naciones emergentes se han hartado de esperar un cambio en el modelo de las instituciones financieras internacionales que nacieron en aquella ocasión y han dado un paso al frente. El pasado 15 de Julio los presidentes  de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica establecieron los cimientos para la creación de un nuevo Banco de Desarrollo que rivalice con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Este acuerdo se firmó en la ciudad mundialista de Fortaleza, Brasil y este nuevo Banco tendrá una aportación inicial de US$50,000 millones de capital, US$100,000 millones para financiamientos y una reserva de otros US$100,000 millones para socorrer a los países del grupo en caso de una crisis de liquidez.

Para muchos economistas, la creación de esta nueva entidad financiera era estrictamente necesaria para contrarrestar la falta de homogeneidad del grupo BRICS, que creaba ciertas dudas y ya han dado un paso decisivo para su real consolidación y fomentar su credibilidad a nivel mundial.

Un gran escollo que las BRICS deberán superar son las dudas sobre su alcance y sobretodo su efectividad en la coordinación. Hay confusión sobre el objetivo del nuevo Banco, pues no se sabe si es un mecanismo para explorar una mayor cuota de responsabilidad e influencia global o si es para el financiamiento en conjunto de proyectos de infraestructura.

Sin embargo, economistas como Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía y Nicholas Stern de La London School of Economics han defendido la creación del Banco de las BRICS, pues entienden que ya existe la necesidad de una nueva visión que dé respuestas a las grandes necesidades de capital de las naciones emergentes en materia de infraestructura.

Personalmente coincido con Stern y Stiglitz, en el sentido de que los organismos actuales de financiación no han logrado reducir los altos niveles de pobreza, ni han logrado, mucho menos, impedir grandes crisis financieras como la del 2008. Tomando en consideración que el PIB de las BRICS es hoy mucho mayor que el de las 44 naciones que firmaron en Bretton Woods y superando los escollos de la coordinación, el experimento puede dar resultado.

Sin embargo, nubarrones geopolíticos surcan los cielos del ambiente BRICS, como la crisis de Ucrania, los malos resultados económicos del Gobierno de Dilma Rousseff y la catástrofe del Mundial de futbol, La inminente crisis inmobiliaria en China, las protestas mineras en Sudáfrica y la extrema pobreza en La India.

Esperemos esperanzados el desenlace de esta nueva entidad, que de entrar en funciones se convertiría en todo un hito de la historia financiera mundial.

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