RETOS DEL NUEVO GOBIERNO DANILISTA
Ya pasado el trauma de las elecciones nacionales, donde el pueblo dominicano dio una gran demostración de civismo, no tanto así sus líderes políticos, emerge en la figura del Sr. Danilo Medina, la instauración de un nuevo gobierno y con ello la necesidad de vientos de cambio.
De inicio, consideramos pertinente que haya un remozamiento del actual gabinete, donde muchas de sus figuras, mantienen una imagen desgastada, lo cual serviría para borrar del mapa peledeísta aquello de “más de lo mismo”. La renuncia del actual Procurador General Radhamés Jiménez, es el vivo ejemplo de lo anterior, ya que en sus declaraciones aboga por la renovación e igualdad de oportunidades y que las personas no deben petrificarse en los puestos.
En el aspecto internacional, el nuevo gobierno tendrá que lidiar con un entorno económico complicado, con intensas luchas internas en los Estados Unidos, con el tema del desempleo y la regulación de los bancos. Además, la Eurozona atraviesa una terrible situación financiera, con Grecia al borde de la quiebra, España con una tasa de desempleo del 24.4% y junto con Italia, un sistema bancario paralizado, enormes déficits y una angustiante falta de voluntad de sus líderes para hallar una solución viable.
Internamente, las nuevas autoridades deberán considerar casi de inmediato la probabilidad de una nueva reforma fiscal integrada que permita incrementar sus ingresos y así poder cumplir con sus compromisos. Para esto, es vital mejorar la calidad del gasto público hacia sectores productivos y sensibles para la población como Educación y Salud, y al mismo tiempo reducir a la mínima expresión el tan comentado clientelismo político.
Trascendental para el desarrollo de una nación es la creación de programas de asistencia técnica y financiamiento a la pequeña y la mediana empresa (PYMES), ya que son las entidades llamadas a revertir los actuales y preocupantes niveles de desempleo. Así mismo, el nuevo gobierno debe plantear una nueva estrategia para aplacar el problema de la delincuencia y el tráfico de estupefacientes.
En términos de nuestra hermosa Región del Cibao, los gobiernos peledeístas nos han quedado a deber. Y eso lo sabe muy bien el Presidente Electo, ya que una gran parte de sus esfuerzos proselitistas se enfocó en la ciudad de Santiago. Santiago, es una plaza electoral, que no se “vende a ningún partido” y menos cuando nuestras necesidades no son satisfechas. Nuestra hermosa ciudad requiere de importantes obras de infraestructuras, como la “cacareada” Avenida Circunvalación Norte, que lograría desintoxicar en gran medida la crisis vial de la ciudad y el Parque Central, que actualmente presenta las ruinas del antiguo aeropuerto.
Adicionalmente, es una condición sine qua non que las mentes pensantes del próximo gobierno estén alineadas con el Plan Estratégico de Santiago, para lo que se hace necesario un acercamiento con nuestras diferentes asociaciones y gremios empresariales. En este sentido, como ya hemos comentado, debemos realizar grandes esfuerzos para levantar el turismo de la Zona Norte, actualmente de capa caída. No es posible que nuestras costas, tan hermosas como las que más, sigan siendo víctimas de tanto menosprecio.
Nuestra Región Norte, requiere la construcción de más escuelas y hospitales. Pero no sólo construirlos a la ligera y dejarlos más luego abandonados como generalmente sucede. También es vital, pues el agua es vida, la construcción de sistemas de agua potable, para los cuales ya existen acuerdos importantes.
El sector de zonas francas, gran generador de fondos y de empleos, no debe estar fuera de la carpeta oficial, ya que necesitamos el diseño de estrategias que incentiven la inversión foránea, sobre todo en nuevos rubros de la economía.
Finalmente, el próximo 16 de agosto, aunque del mismo partido, estrenaremos un nuevo gobierno y esperemos esté con formado con bastante nuevas figuras, las cuales estén comprometidas con el bienestar de la nación y que no representen a intereses particulares. El nuevo presidente, hombre cauto y prudente, debe diseñar más que políticas y nuevas estrategias, una nueva esperanza, creíble, ya que siempre sucede que las promesas quedan en el aire. Ojalá que no.
Por Manuel Ángel Fernández